Es una alegría ver como los pacientes mejoran y evolucionan tras el esfuerzo y dedicación que requiere la terapia visual. Son meses de ejercicios y revisiones, pero los beneficios y resultados merecen la pena. Por ello, quiero compartir el desarrollo de un caso clínico con dificultad en la motilidad ocular: diagnóstico, evolución y ¡alta del paciente!
El diagnóstico: dificultad en la motilidad ocular
El paciente, de 7 años, acude a consulta tras la derivación de su logopeda por sospechas de dificultades visuales especialmente en el proceso de lecto-escritura. Según el informe, necesitan conocer si existen dificultades en la motilidad ocular, visión en tres dimensiones, capacidad de enfoque o en el procesamiento de la información.
Antes de que el paciente acuda a la consulta, su logopeda se pone en contacto para comentarme sobre el caso y además, a través de un cuestionario que cumplimentan los padres, conozco la sintomatología. Ahora que ya tengo toda la información necesaria, es hora de realizar el examen visual que se divide en dos partes. En una primera visita se analiza cómo entra la información visual al cerebro y en una segunda visita cómo se procesa dicha información.
Tras la realización de ambos exámenes visuales, se concluye que el paciente presenta una dificultad en la motilidad ocular y que están principalmente afectados los movimientos sacádicos -imprescindibles para un buen aprendizaje en la lecto-escritura-. Dichas dificultades son las causantes del síntoma principal del paciente que es la lentitud en la lectura y la necesidad de tapar parte de texto para conseguir no perderse y aumentar la velocidad.
El resto de las habilidades analizadas están dentro del percentil normal para su edad y algunas por encima de la norma incluso.
Una vez realizado el diagnóstico, aconsejo comenzar con un programa de terapia visual para mejorar las habilidades alteradas y poder disminuir la sintomatología del paciente.
Comenzamos la terapia visual
El programa de terapia visual que se propone es de una sesión a la semana en el centro -de 1hora- y 5 días de trabajo en casa -de 10-15 minutos cada una-. Durante 3 meses, acudirá al centro semanalmente, a la vez que realiza los ejercicios en casa, y continuará otros 3 meses con ejercicios de mantenimiento en casa.
A los tres meses realizamos de nuevo un examen visual y ¡se observan grandes progresos! Los movimientos oculares han ganado bastante precisión y el paciente es capaz de seguir un objeto de manera precisa y sin pérdidas de fijación. Además, en el test de velocidad lectora ya se obtiene un percentil dentro de la norma para su edad.
Según nos comentan los padres, la sintomatología se ha reducido y es capaz de leer sin perderse de línea o tener que usar el dedo para no hacerlo. Es importante que todo ello lo haga de manera automática, por lo que se pautan 3 meses de ejercicios en casa en los que se aumenta la dificultad. Debe ser capaz de hacerlos aunque existan interacciones a su alrededor. Al fin y al cabo eso es lo que sucede en el día a día al estar en clase o en cualquier otra actividad.
Tras los tres meses de mantenimiento de terapia visual en casa, se vuelven a valorar las habilidades visuales. Se analizan y se comprueba que se mantienen las mejoras y además ¡Se han automatizado! Ha llegado el momento de dar el alta al paciente, con la recomendación de hacer una revisión en seis meses para comprobar que todo sigue igual de bien.
Como podéis ver, para conseguir los mejores resultados, es muy importante y fundamental la colaboración entre profesionales y el trabajo multidisciplinar. La terapia visual requiere tiempo, esfuerzo y constancia, pero los resultados son realmente positivos.